viernes, 30 de septiembre de 2016

Suicidio o autolisis, cuando ya nada tiene sentido

El suicidio o autolisis es el acto intencional y deliberado de quitarse la propia vida, la autodestrucción del propio organismo. Se entiende por comportamiento suicida toda acción voluntaria que pudiera llevar a la persona a morir. Se definiría la ideación suicida o autolítica como los pensamientos repetitivos e intrusivos que tiene la persona acerca de la posibilidad de autoinfringirse la muerte y la planificación detallada de la misma. Como es de suponer muchos pensamientos no llegan a tentativas y muchas tentativas no llegan a suicidios consumados. Durkheim diría que: "Hay suicidio cuando la víctima, en el momento en que realiza la acción, sabe con toda certeza lo que va a resultar de él".

Algunos datos y cifras:
La OMS (Organización Mundial de la Salud) en un informe de abril del 2016 publicaba algunos datos y cifras relevantes al respecto:
- Más de 800 000 personas se suicidan cada año.
- Por cada suicidio, hay muchas más tentativas de suicidio cada año. Entre la población en general, un intento de suicidio no consumado es el factor individual de riesgo más importante.
- El suicidio es la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años.
- El 75% de todos los suicidios se produce en países de ingresos bajos y medianos.
- La ingestión de plaguicidas, el ahorcamiento y las armas de fuego son algunos de los métodos más comunes de suicidio en todo el mundo.

Entre las causas más frecuentes o factores de riesgo más significativos de suicidios o comportamientos suicidas podemos encontrarnos con patologías mentales (trastorno bipolar, trastorno límite de la personalidad, depresión, dependencia de alcohol o sustancias, trastorno por estrés postraumático, esquizofrenia) o  desequilibrios emocionales debidos a distintas problemáticas (relaciones interpersonales, problemas económicos, enfermedades crónicas o envejecimiento, muerte de un ser querido o sucesos estresantes, desastres, violencia, abusos, sensación de aislamiento). A estos posibles desencadenantes podríamos añadir como factores de riesgo en adolescentes: antecedentes de otros suicidios familiares, autoagresiones previas, abandono o maltrato, brotes recientes en el entorno de otras personas jóvenes, rupturas sentimentales.

A nivel sintomático la persona puede tener manifestaciones externas de un intento de suicidio como: tener dificultad para concentrarse o pensar con claridad, regalar las pertenencias, hablar acerca de marcharse o la necesidad de dejar "todo en orden", cambio repentinos de comportamiento (sobre todo, calma después de un período de ansiedad), anhedonia o pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, comportamientos autodestuctivos o situaciones de riesgo innecesarias (autolesiones, consumo de drogas o alcohol en exceso), desadaptación repentina en el ámbito escolar o laboral, retraimiento respecto de los amigos o miembros de la familia, hablar acerca de la muerte o el suicidio e incluso, verbalizar deseos de hacerse daño, sentimientos de desesperación o culpa exremos, manifestaciones de emociones contenidas y alejamiento o huida, cambios de rutinas o de hábitos (sueño, alimentación), aumento de molestias físicas frecuentemente asociadas a conflictos emocionales (doloresde estómago o cabez, fatiga).

Con todo ello, suelen ser los mejores indicadores a tener en cuenta los deseos de muerte ("ya nada tiene sentido", "no tengo motivos para seguir viviendo"), la incapacidad de descargar las angustias, el agotamiento de la vida social, el comportamiento impulsivo y la introversión acentuada.

Con diferencia, el mejor y principal factor de riesgo de suicidio son los intentos previos que la persona haya tenido No obstante, hablamos únicamente de factores de riesgo, ya que no podemos atribuir un intento suicida, consumado o no, a una única causa, sino una multicausalidad. Lo más parecido a un suicidio es una "tormenta perfecta", en la que se combinan distintos factores desencadenantes. Por lo general, los factores de riesgo del suicidio se presentan combinados.

Por otro lado, en ocasiones podemos encontrarnos también con personas que usan la ideación o la tentativa de suicidio como intento de manipulación. Son numerosos los trastornos que apuntan la "manipulación" entre sus criterios diagnósticos (trastornos de personalidad, adicciones, dependencias emocionales). Se hará mención a este tipo de suicidios cuando abordemos más a fondo la tipología de los mismos.

Ante cualquier sentimiento o deseo de muerte, lo principal es acudir a un profesional a pedir ayuda y recibir un tratamiento adecuado. Por lo general, las personas que están en riesgo de cometer un suicidio creen que nadie puede ayudarles, siente vergüenza o culpa y no quieren contar a nadie que tienen problemas, piensan que serán "débiles" por recurrir a un profesional o incluso no saben a quien pedir ayuda.

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