sábado, 14 de mayo de 2016

Vigorexia: cuando el cuidado del cuerpo se convierte en obsesión

La vigorexia es considerada un tipo de trastorno dismórfico corporal y está muy relacionada con el trastorno obsesivo compulsivo. Podríamos decir que se trata de una patología en parte opuesta a la anorexia (anorexia inversa), en tanto que los que lo sufren tienen necesidad de no parecer pequeños o débiles. Es una obsesión o adicción desproporcionada al ejercicio físico. Las personas que lo padecen están preocupadas en exceso por sus imperfecciones corporales, ya sean reales o sea una percepción sesgada de las mismas.

El trastorno dismórfico corporal, dentro del DSM V está clasificado dentro de los trastornos somatomorfos y, como tal, se consideran necesarios 3 criterios para su diagnóstico:
A. Preocupación por algún defecto imaginado del aspecto físico. Cuando hay leves anomalías físicas, la preocupación del individuo es excesiva.
B. La preocupación provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la  actividad del individuo.
C. La preocupación no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (por ejemplo, insatisfacción con el tamaño y la silueta corporales en la anorexia nerviosa).

Respecto a su relación con el trastorno obsesivo compulsivo, ambos trastornos comparten, por una parte, las obsesiones por los pensamientos o imágenes intrusivas que se repiten y producen ansiedad o estrés y, por otra parte, las compulsiones, o esa necesidad imperiosa de realizar conductas que se repiten para que la obsesión desaparezca (ejercicios físicos). Estas compulsiones requieren mucho tiempo al día y tienen como propósito reducir o prevenir la angustia o las situaciones o acontecimientos temidos.

La vigorexia como patología no es una simple afición al deporte, un cuidado del cuerpo o un estilo de vida cuidado y saludable. Se considera como trastorno cuando esta preocupación es desmedida y la insatisfacción corporal termina afectando a otras áreas importantes, como las relaciones personales/ familiares, el ámbito laboral o social y la salud física.

Sintomatología:
- Preocupación constante por la imagen corporal y por las imperfecciones.
- Necesidad obsesiva de realizar ejercicio físico.
- Duros programas de entrenamiento con el objetivo de agrandar los músculos (aun con lesiones o molestias físicas, incluso abandonando obligaciones importantes o aislándose socialmente).
- Dietas o cuidado muy estricto de la alimentación. Ingesta desmedida de proteínas y carbohidratos.
- En algunos casos, consumo abusivo de esteroides anabólicos para conseguir aumentar la masa muscular.
- Distorsión de la imagen corporal.
- Revisiones constantes en el espejo.