viernes, 28 de marzo de 2014

Fobias específicas (en niños)

Las fobias específicas se consideran fundamentalmente reacciones adquiridas. Rachman (1977) propuso tres vías de adquisición: el condicionamiento directo, el aprendizaje por observación y la transmision de información.

Respecto a estas fobias, no hay diferencias con los adultos. El miedo se produce cuando está presente el estímulo ansioso o también por anticipación. Hay conductas de escape y evitación y una gran activación neurofisiológica. 

Las fobias más frecuentes en niños son: a los animales (insectos y animales de compañia), a la oscuridad, a dormir solos, a los dentistas, médicos, practicantes y demás sanitarios. Las situaciones sanitarias es uno de los temores fóbicos más habituales y más preocupantes y problemáticos, sobre todo, si el niño tiene algún problema que requiera asistencia a hospitales o alguna enfermedad. El primer factor o estímulo condicionado (a veces estímulo incondicionado) es la propia enfermedad. Resulta aversivo el olor a hospital y pueden intervenir factores personales: supone el contacto con extraños, un lugar desconocido, el médico inicia una interacción que suele ser física, a veces íntima (desnudarse), la ansiedad que sufren los padres, la sala de espera, pérdida de autonomñia e intimidad, miedo a la propia enfermedad o a la muerte o al daño físico, a los procedimientos médicos (análisis, inyecciones, cirugía) y a la propia alteración de la rutina (ingresos, rehabilitación...). Es frecuente que rompan a llorar, rabietas, abrazarse mucho a alguien que le de seguridad, e incluso, se quedan paralizados.

No obstante, al margen de las experiencias aversivas directas y/o indirectas generadoras de fobias, existen dos cuestiones adicionales: ¿por qué unos estúmulos generan respuestas de miedo más fácilmente que otros? y ¿por qué algunos niños son más miedosos que otros?. Se han propuesto para resolver estos interrogantes dos hipótesis:
- Hipotesis de la prepatoriedad: el organismo humano está biológicamente preparado para adquirir y mantener respuestas fóbicas a los estímulos que filogenéticamente han construido una amenaza para la supervivencia de la especie. Los miedos a los animales son resistentes a la extinción por el potencial peligro de un ataque (por ejemplo, depredadores) o de contagio de una enfermedad (por ejemplo, ratas).

- Hipótesis de la vulnerabilidad: puede ser tanto bilógica (por ejemplo, labilidad emocional) como psicológica (por ejemplo, sobreprotección materna).

 Desde el punto de vista conductual, se resalta la importancia de los procesos de aprendizaje en la génesis y mantenimiento de las fobias específicas. No obstante, hay que resaltar que las fobias de tipo sangre-inyecciones-daño, caracterizadas por una intensa respuesta vasovagal, presentan una elevada incidencia familiar. Este dato apunta a un mayor peso de los factores genéticos (por ejemplo, en forma de predisposición hereditaria al desmayo) en esta clase de fobia que en el resto de las fobias específicas.

viernes, 14 de marzo de 2014

Evolución de los miedos infantiles

Normalmente los miedos y las fobias se van adquiriendo a medida que el niño se desarrolla. Parece pues, que los miedos tienden espontanéamente a extinguirse a medida que avanza el curso evolutivo (ontogenético) del niño. Sin embargo, por alguna razón, los miedos no desaparecen en algunos niños, o siguen un curso que no acopla al desarrollo natural de estos.


0-6 meses:
A la pérdida de apoyo y a los ruidos fuertes.


7-12 meses:
A los ruidos fuertes, a extraños (sobre todo si ya distinguen) y a los objetos sombrios, a la pérdida de sustentación, a las alturas, a lo repentino y lo inesperado. 

1-2 años:
A separarse de los padres, a los extraños, a multitud de estímulos (incluyendo ruidos fuertes como aspiradoras, sirenas, alarmas, camiones y truenos), a los animales y a cuartos oscuros, objetos grandes o máquinas, cambios en el medio ambiente personal (compañeros o extraños).

3-5 años:
Desaparece el miedo a la base de sustentación y el miedo a los extraños. Se mantienen los miedos a animales (sobre todo perros y serpientes), a la oscuridad, a los ruidos fuertes y a la separación. Aparecen los miedos a las heridas o daño físico y a las personas disfrazadas o con máscaras.

5-8 años:
Disminuyen los miedos a las personas disfrazadas y a los ruidos. Se mantienen los miedos a la oscuridad, a los animales, al daño físico y a la separación. Aumentan o aparecen los miedos a los seres imaginarios, a las amenazas y peligros reales (accidentes de coche, ladrones, incendios...) y miedos que tienen que ver con la socialización (castigos).

9-12 años:
Desaparecen los miedos a los seres imaginarios, a la oscuridad y a quedarse solos. Se mantienen los miedos a los animales (que es muy recurrente), el miedo al daño físico, a accidentes o enfermedades y a las repercusiones de estas. Aparece el miedo a la muerte (y dedican mucho tiempo a estos pensamientos).

Adolescencia:
Desaparecen muchos miedos anteriores. Se mantiene el miedo a los animales (aunque más discriminativo) y el miedo al daño físico. Aparecen miedos sociales, relacionados con el rendimiento escolar, a la evaluación negativa, miedos derivados de la imagen (física y socialmente), al rechazo, a las enfermedades, a la identidad sexual y a las consecuencias negativas.

viernes, 7 de marzo de 2014

Factores explicativos de los miedos infantiles

Son factores normales, pero pueden hacer que un miedo normal se convierta en patológico:
- Preparatoreidad: hay una preparación filogenética para tener miedos, porque resulta adaptativo. Estos miedos son muy poco habituales en nuestra vida. (Los niños no tienen miedo a los encgufes porque es algo que no ha estado en los origenes de nuestra especie, y son más peligrosos que las cucarachas). Los niños tienen una cierta predisposición biológica-filogenética hacia miedos que para nuestros antepasados significaron un cierto peligro.

- Cierta vulnerabilidad biológica: hay niños con más predisposición a fobias que otros, e incluso hay períodos o situaciones (cansancio o enfermedad) en las que es más fácil que adquieran fobias.

- Cierta vulnerabilidad psicológica: cuantos menos recursos tenga el niño para hacer frente a situaciones estresantes, más miedos tendrá.

- Historia personal: las cosas que le han ido pasando al niño, su experiencia. Influirán las experiencias negativas, sobre todo las que le hayan resultado al niño traumáticas por haber sido muy intensas o muy amenazantes (maltratos, acosos por parte de otros niños, muerte de un ser querido).

- Observación: los niños adquieren miedos por observación, bien en vivo o bien filmado, y también porque los ven en sus padres.

- Transmisión de la información de forma verbal: cuentos, historias de miedo, comentarios o conversaciones de los padres. ("No te preocupes que las vacunas no duelen" ¿por qué no se lo decimos cuando vamos a comprar y aquí si?).

A veces el miedo trae ventajas para los niños y hay que tener cuidado en estas situaciones, porque en ocasiones pueden alimentar el miedo del niño por las ganancias secundarias que conlleva (por ejemplo, que el niño diga que tiene miedo a ir al colegio y los padres se lo lleven a casa y se queden con él). También hay variadas situaciones que favorecen la respuesta de miedo o la reducen (por ejemplo, si el niño conoce a un desconocido en su casa tendrá menos miedo que si le conoce en un lugar extraño; si están sus padres presentes también tendrá menos miedo; si hay contacto físico con el desconocido la probabilidad de miedo será mayor que si no lo hay, etc).Cuando observamos que un niño se va acercando al objeto temido es un indicador de que la fobia va disminuyendo.


sábado, 1 de marzo de 2014

Diferencias entre miedo, fobia, ansiedad y pánico en niños

MIEDO:
Es una motivación y una emoción que es normal (todos experimentamos miedo), es adaptativo (ha permitido la perpetuación de la especie) y se da ante situaciones que representan una amenaza o un peligro real. Cuando hay una cierta dosis de miedo y es controlable, incluso puede ser placentero. En los niños pasa lo mismo, ¿quién no ha jugado a asustarse?.

Los miedos en los niños forman parte del desarrollo normal, son típicos de una determinada edad y de caracter transitorio, duran un tiempo determinado y desaparecen. Están relacionados con la etapa evolutiva y no interfieren en la vida cotidiana del niño. La experiencia del miedo, cuando es dosificada, es buena para el aprendizaje de situaciones dificiles y de preparación.

Es equivalente a la ansiedad pero diferente de ésta porque la reacción es menos difusa, ya que ocurre como respuesta a un estímulo concreto (real o imaginario).

ANSIEDAD:
Es una respuesta anticipatoria de alguna amenza (externa o interna), caracterizada por sensaciones afectivas de nerviosismo, tensión, aprensión y alarma, acompañadas de manifestaciones conductuales visibles (por ejemplo: inquietud motora) y cambios fisiológicos asociados a la hiperactivación del Sistema Nervioso Autónomo (taquicardia, sudoración...).

Es vivida por el individuo con gran activación, percepción de temor... en este sentido, también tiene un componente adaptativo; pero suele ser en ocasiones más difusas y tiene un caracter anticipatorio (tanto del objeto temido como de las consecuencias).

La ansiedad es un problema o desadaptativa cuando la anticipación es ante un peligro irreal o cuando resulta paralizante (se predispone para la acción). En algunos casos puede convertirse en algo patológico.

FOBIA:
En la infancia y la adolescencia, la fobia es una forma especial de miedo intenso que no guarda proporción con el peligro real de la situación, no puede ser explicado o razonado (irracional), está fuera del control voluntario y no se puede hacer nada para controlarla, lleva a evitar la situación temida o a escapar de ella, persiste durante un período prolongado de tiempo, es desaptativo y no se asocia a una edad o etapa específica del desarrollo.

Además, en el caso específico de los niños, son miedos atípicos y, por tanto, interfieren con el comportamiento normal del niño; les resulta muy desadaptativo y emplean mucho tiempo para evitarlo. Los miedos fóbicos no suelen desaparecer solos con el tiempo y es muy recomendable que se lleve a los niños a consulta cuando los padres vean que experimentan un gran miedo y, sobre todo, si no hay explicación para ese miedo.

PÁNICO:
Consiste en una reacción súbita y aguda de miedo intenso, con síntomas fisiológicos y cognitivos (interpretación de los fisiológicos). Se supone que el niño y el adolescente temprano no poseen la madurez cognitiva necesaria para experimentar las reacciones de ataque de pánico. No obstante, hoy se conoce no solo que los niños y adolescentes también presentan ataques de pánico, sino que también algunos adultos con trastornos de pánico desarrollaron estos miedos durante la infancia o la adolescencia. 

Entre la sintomatología fisiológica podemos encontrar mareos, desmayos, pérdida de control urinario, parastesias (pérdida de sensibilidad en alguna parte del cuerpo)... Unida a la sintomatología cognitiva: pensar que se va a morir, a volverse loco, no saber donde está, no reconocer a personas u objetos que le rodean aunque sean familiares (desrealización). Todo ello favorece la generalización y la evitación.

En los niños es difícil que aparezcan, como tal, ataques de pánico, pero es relativamente frecuente en los adolescentes (9%) y sobre los 23 años. Muchas veces son transitorios, pero a veces es predictor de una posible agorafobia posterior. En adolescentes suele darse menos el componente cognitivo, lo que nos da un mejor pronóstico. Los ataques de pánico son inpredecibles.